El mayor obstáculo para el éxito que veo en los demás es una mala comprensión de las personas. Hace un tiempo el Wall Street Journal publicó un artículo sobre las razones por las que fracasan los ejecutivos. En la parte superior de la lista estaba la incapacidad de una persona para relacionarse efectivamente con los demás.
Un día estaba hablando con alguien que se quejaba de no ganar un contrato comercial por el que había hecho una oferta. “No fue justo”, me dijo. “Todas las personas involucradas se conocían y no tuvimos la oportunidad. Todo es política”. Pero luego, lo que pasó a describir no era política, eran las relaciones.

Las autoras Carole Hyatt y Linda Gottlieb indican que las personas que fracasan en el trabajo comúnmente citan la “política de la oficina” como la razón de sus fracasos, pero la realidad es que lo que llaman política a menudo no es más que una interacción regular con otras personas.

Si no has aprendido a llevarte bien con la gente, siempre estarás peleando una batalla para tener éxito. Por otro lado, hacer que las habilidades de las personas sean una fortaleza te llevará más lejos que cualquier otra habilidad que desarrolles. A la gente le gusta hacer negocios con la gente que le gusta. O para decirlo como lo hizo el presidente Theodore Roosevelt: “El ingrediente individual más importante en la fórmula del éxito es saber cómo llevarse bien con la gente”.

Siempre recordaré estas fuertes palabras de Winston Churchill: “El éxito no es definitivo; el fracaso no es fatal. Es el coraje de continuar lo que cuenta”.

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