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Cómo abrirse al aprendizaje y al crecimiento

Cómo abrirse al aprendizaje y al crecimiento

Ya sea que estemos en medio de un fracaso perpetuo o en el precipicio de lograr nuestro objetivo, encontrar una pieza adicional de información o conocimiento que pueda darnos una ventaja es fundamental para nuestro éxito. Pero como decían: “Saber es la mitad de la batalla. La otra mitad es acción.

Por sí solo, el conocimiento rara vez es suficiente. Y para que el conocimiento surta pleno efecto, tiene que transformar nuestras acciones. Necesitas cambiar la forma en que hacemos las cosas.

No siempre hay una línea clara entre nuestros pensamientos y acciones. Podemos pasar todo el día pensando en hacer algo sin mover un músculo. En general, la inacción en la respuesta de nueva información ocurre cuando lo que aprendemos entra en conflicto con nuestros propios prejuicios, experiencias y hábitos previos. Como resultado, nos apegamos consciente o inconscientemente a lo que sabemos que es verdad (o lo que es “más fácil“) y no nos desafiamos a crecer.

El primer dominó del crecimiento no es sumergirse en un lecho de investigación. Si queremos mejorar, primero tenemos que abrirnos al aprendizaje de una manera que nos permita aceptar nueva información y enmarcarla de manera constructiva. De lo contrario, corremos el riesgo de dejar nuestro éxito en manos del azar.

Comienza el proceso

Nadie dijo nunca que aprender fuera fácil

Cuando se trata de aprender de una manera que contribuya a nuestro crecimiento personal y profesional, debemos hacer un esfuerzo consciente. Tenemos que esforzarnos, ser humildes con las cosas que no sabemos, para poder aprovechar lo que aprendemos.

Como todas las actividades de la vida, el aprendizaje es más fácil cuando se reduce a un proceso. Una simple lista de verificación que podemos revisar cuando nos enfrentamos a nuevas experiencias nos ayuda a asegurarnos de que estamos haciendo lo correcto para ayudarnos a alcanzar el éxito. Aquí tengo un proceso corto de tres pasos que puedes seguir mientras aprendes para crecer. ¡Y por favor, siéntete libre de agregar pasos como mejor te parezca!

Paso 1: córtate un descanso

El primer paso puede parecer un poco liviano, pero asegurarte de tener paciencia contigo mismo ha demostrado ser increíblemente importante para el proceso de aprendizaje, especialmente si estás intentando aprender del fracaso.

Nadie es perfecto y todos tropiezan. Para abrirte al aprendizaje, debes abrirte al proceso, y eso significa reconocer que no lo sabes todo y que vas a fallar, mucho.

El objetivo aquí es adoptar un poco de autocompasión. En lugar de estar enojado contigo mismo o estar a la defensiva, tómatelo con calma y acepta tus defectos por lo que son: un bache en el camino.

Hay muchas investigaciones que muestran lo importante que puede ser la autocompasión. La autocompasión se ha asociado con metas a largo plazo orientadas al dominio. Las personas que muestran altos niveles de autocompasión también tienden a ser más propensas a ver el fracaso como una oportunidad de aprendizaje en comparación con aquellas con niveles más bajos de autocompasión.

Las personas que están menos dispuestas a liberarse un poco después de un fracaso son un poco más rígidas y defensivas. En lugar de mirar para examinar qué salió mal y por qué, tienden a culpar a su entorno u otros factores externos para proteger su autoestima e imagen.

Al enfrentarte al fracaso, perdónate a tí mismo. Recuerda que todos fracasan y que es solo un paso en el camino hacia el éxito. No te limites a recompensarte a tí mismo cada vez que tengas éxito, también celebra tus fracasos. Si lo haces, estarás un paso más cerca de poder abordar nueva información o experiencias con una mente clara y abierta.

Paso 2: hacer un punto para atribuir el fracaso a la estrategia

He hablado una y otra vez sobre los beneficios de tener una mentalidad de crecimiento.

Para aquellos que no lo saben, una mentalidad de crecimiento significa adoptar la mentalidad de que las destrezas y las habilidades no son inamovibles. Es creer que con suficiente trabajo, puedes cambiar tus resultados. Enraizado en el trabajo de la psicóloga Dra. Carol Dweck, una gran cantidad de investigaciones ha demostrado que las personas que adoptan una mentalidad de crecimiento superan continuamente a las que tienen una mentalidad fija.

Una pieza clave en el proceso de aprender de la experiencia, y en particular, del fracaso, es hacer un punto para creer que nada está escrito en piedra.

Cuando fallamos, generalmente tenemos dos áreas en las que echar la culpa.

El primer lugar está en nuestras propias habilidades naturales. Cuando culpamos a nuestras habilidades naturales, en cierto sentido, estamos creyendo que simplemente no tenemos lo que se necesita. No somos lo suficientemente altos. Nunca saltaremos tan alto. Nunca seremos lo suficientemente inteligentes. Echar la culpa a la habilidad natural resulta en un callejón sin salida. Aceptamos la derrota porque no podemos superar nuestra naturaleza.

La segunda área de culpa, y la mejor opción de las dos, es culpar a la estrategia. Esto dice que podríamos tener éxito si probamos algo nuevo o tomamos un camino diferente. Para abrirnos al crecimiento, siempre es una buena práctica observar nuestras fallas en la estrategia, no en la capacidad. ¡Mirar nuestro fracaso desde esta perspectiva mantiene la puerta abierta para aprender y crecer!

Adoptar la mentalidad correcta proviene de tomar la decisión de concentrarte en las cosas que puedes cambiar en lugar de las cosas que no puedes. Requiere práctica y, en algunos casos, un mantra ritual que surge de la autocompasión y que reafirma que nada está escrito en piedra. Con el estado de ánimo adecuado, podemos permanecer abiertos a los nuevos conocimientos y experiencias que nos puedan enseñar.

Paso 3: Date tiempo para reflexionar

Parte del desafío de estar abierto al aprendizaje es realmente hacer un punto para procesar qué diablos está sucediendo.

Es fundamental disponer de tiempo para reflexionar sobre nuevas experiencias e información. Nos da la oportunidad de averiguar qué sucedió, por qué y cómo podemos tomar lo que hemos aprendido y aplicarlo de una manera que nos beneficie en el futuro.

Deberías bloquear rutinariamente una hora de tu horario para reflexionar. Pero el problema es que muchos de nosotros no creemos que sea lo suficientemente importante como para dedicarle tiempo. Como resultado, nos cerramos a las oportunidades de superación personal.

Como mencioné en un post reciente, los beneficios de la reflexión se registran en la ciencia. En un estudio reciente, los investigadores pudieron encontrar apoyo para la idea de que en algún momento, la nueva experiencia adicional palidece en comparación con la articulación de la experiencia anterior. Digerir nuestra experiencia pasada y poner en contexto lo que hemos aprendido es lo que conduce a un mejor desempeño. No solo poner nuestras narices en la piedra de afilar día tras día. Sin un período de reflexión, abordamos los intentos futuros desde un punto de vista de reacción e instinto. Vamos con nuestras agallas y, al hacerlo, nos hacemos más propensos al fracaso.

Durante la reflexión, haz preguntas difíciles que replanteen tus experiencias. Averigüa qué sucedió, qué salió mal y qué se puede hacer mejor. Y una vez que hayas respondido a esas preguntas, puedes comenzar el verdadero trabajo.

Lo que hacemos después de un período de reflexión puede ser tan importante como la propia reflexión. Con ideas para mejorar en mente, házte dos preguntas: “¿Qué hago a continuación y cuándo lo hago?”

Al identificar el próximo objetivo y establecer una fecha para él, está haciendo una cita futura contigo mismo para aplicar lo que has aprendido. ¡Estás desarrollando un plan de acción, una táctica probada para ayudar a cerrar la brecha entre lo que pretendemos hacer y lo que realmente terminamos haciendo!

Conviértelo en un hábito

El aprendizaje, como todo lo que hacemos, tiene el potencial de convertirse en un hábito. Solo tiene que estar estructurado de una manera que permita que se convierta en una rutina. Por eso es increíblemente importante que cuando nos acercamos al aprendizaje, utilicemos un proceso.

Lo has escuchado aquí, lo has leído en el libro; en promedio, se necesitan 66 días para formar un nuevo hábito. Durante un poco más de dos meses, con el fin de convertirte intencionalmente en un mejor alumno, debes esforzarte por realizar este proceso de aprendizaje a diario.

No tenemos que esperar a un gran fracaso o éxito para aprender algo significativo. Incluso si sientes que no has aprendido nada significativo a lo largo del día, la verdad es que probablemente haya algo que valga la pena desenterrar de sus experiencias diarias que valga la pena seguir adelante.

Siempre que actuamos (o incluso cuando estamos inactivos), se crea un nuevo resultado. Algo cambia, algo se desarrolla, y crea una nueva oportunidad para aprender. Cada nuevo desarrollo debería desencadenar inmediatamente en nuestras mentes el primer paso de nuestro proceso de aprendizaje.

Empieza siempre con un poco de autocompasión. Muéstrate un poco de amor y acepta el fracaso y el éxito como dos resultados iguales en el camino hacia la maestría. Luego, adopta la mentalidad adecuada, considerando los resultados como una cuestión de estrategia y enfoque, no como una habilidad o habilidad innatas. Y finalmente, con la perspectiva adecuada, entre en un período de reflexión y desarrolle un plan para el futuro.

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