Miedo, ansiedad, preocupación: estas cosas producen energía negativa y pueden evitar que logremos nuestras metas. Con demasiada frecuencia, cuando nos enfrentamos a cosas que nos causan malestar, permitimos que nuestras mentes se atasquen, pensando en los “qué pasaría si”. Pero no tiene por qué ser así. Hay otras formas más positivas de canalizar nuestro miedo y preocupación. Podemos utilizar estas emociones “negativas” para ayudarnos a alcanzar los resultados que queremos.

El miedo existe por una razón

El miedo se presenta de muchas formas y siempre ha sido parte de nuestra psique. Es una “reacción fundamental, profundamente conectada, que se desarrolló a lo largo de la historia de la biología, para proteger a los organismos contra la amenaza percibida a su integridad o existencia“. En otras palabras, es algo que nosotros, y otras especies, sentimos y reaccionamos.

Pensemos en el miedo en una de dos categorías. El primero del miedo se basa en la supervivencia: está ahí para mantenernos a salvo de cualquier daño. En este caso, el miedo es algo bueno. Sentimos que algo peligroso viene detrás de nosotros y nuestra reacción de huida o lucha se activa. Es el conocimiento de que si tocamos una estufa caliente nos quemaremos o nos hará huir de un tigre en el bosque. ¡Este tipo de miedo es productivo! Cuando se nos presentan estímulos peligrosos, es lo que nos ayuda a tomar la decisión inteligente y huir.

El otro tipo de miedo que tenemos tiende a girar en torno a una vulnerabilidad de otro tipo: la vulnerabilidad emocional. Si bien tiene buenas intenciones, este tipo de miedo en realidad puede obstaculizarnos. Cuando tenemos miedo de ser vulnerables, haremos todo lo posible para mitigar la toma de riesgos. En lugar de compartir nuestros sentimientos honestos, nuestros talentos o nuestras alegrías, los escondemos. Elegimos permanecer seguros y cómodos en lugar de esforzarnos, porque no queremos experimentar la vulnerabilidad del fracaso o el rechazo. Pero esta reacción, este miedo, en realidad no es útil a largo plazo. Después de todo, si nunca nos sentimos incómodos, no es probable que crezcamos.

Como señala la escritora Elisa Boxer, la mejor manera de determinar con qué tipo de miedo estás lidiando es preguntarte lo siguiente: “¿Estás aquí para mantenerme a salvo o para mantenerme pequeño?” Luego, una vez que sabemos si lo que estamos sintiendo está tratando de protegernos física o emocionalmente, podemos responder de manera proactiva al miedo de una manera apropiada, ya sea reaccionando al peligro o reconociendo que nuestro miedo podría no ser necesario.

Nombra el miedo

Cuando el miedo existe para protegernos de un sentimiento en lugar de un peligro físico, puede detenernos. Pero hay formas de evitar que esto suceda. Una forma clave es nombrar nuestro miedo. En otras palabras, reconocer que existe. Etiquetalo. Los investigadores han creído durante mucho tiempo que expresar los sentimientos con palabras “ayuda a manejar las experiencias emocionales negativas“. Y este también es el caso del miedo.

Al ser honestos con nosotros mismos sobre lo que sentimos y por qué, podemos cambiar el camino en el que estamos de evitar el miedo a conquistarlo. Digamos, por ejemplo, que tenemos miedo de hablar en público (al menos el 25 por ciento de la población dice tener miedo). Pero si evitamos hablar en público debido a este miedo, nunca tomaremos las medidas necesarias para superarlo.

En cambio, debemos nombrarlo por lo que es. “Tengo miedo de hablar frente a un grupo“. Debemos descubrir la vulnerabilidad emocional que buscamos evitar y si realmente es algo que amenaza nuestro bienestar. En este caso, hablar en público no es el mismo tipo de peligro que el tigre que merodea por el bosque del que hablamos antes. Más bien, este miedo podría protegerlo de la vergüenza y la incomodidad que siente cuando está frente a un grupo. La realidad es que, en el peor de los casos, podrías equivocarte en una línea o dos. Pero eso es realmente todo en lo que respecta a las principales consecuencias. Pero las consecuencias de dejar que el miedo a la vulnerabilidad determine sus acciones pueden ser más espantosas. ¿Qué pasa si estás esperando un ascenso y resulta que en tu nuevo rol necesitarías hablar frente a ejecutivos u otros líderes? Tu miedo a hablar en público puede evitar que te sientas avergonzado, pero también te alejará de tu objetivo.

El hecho de que tengas miedo de algo no significa que estés atrapado con el miedo para siempre. De hecho, puede hacer que la conquista de este miedo sea tu propio objetivo. Como explica el autor de  “Este proceso de 2 pasos puede sacarlo del miedo y ponerlo en acción”, “Una vez que reconoces de qué trata tu miedo de protegerte, puedes usar esa percepción para tomar una decisión consciente de no seguir siendo pequeño“. A partir de aquí, el proceso es familiar, llevando los principios del establecimiento de metas al ahora, puedes trabajar hacia atrás desde el miedo y determinar las fichas de dominó que puedes derribar para ayudarte a enfrentarlo. Empieza pequeño. Tal vez decidas entregar información nueva cara a cara a un grupo pequeño. Una vez que lo domines, tal vez te propongas el objetivo de hablar una vez en la llamada semanal de Zoom con tu equipo. Independientemente de lo que decidas hacer, con tu miedo nombrado, reconocido e interpretado, podrás avanzar para lograr cosas extraordinarias sin que el miedo ya no se interponga.

RESERVAR UNA CITA de 30 minutos de coaching grátis conmigo para que te puedo enseñar como el coaching puede beneficiar tu vida personal y profesional.